Seminaristas en Burkina Faso

Ayuda a la formación de nueve seminaristas de la diócesis de Fada N’Gourma, gravemente afectada por el terrorismo islamista

Desde finales de 2015, el norte y el este de Burkina Faso se han convertido en focos de violento extremismo islámico y, actualmente, dos tercios del país están afectados por el terrorismo. Más de dos millones de personas han tenido que huir, y en 2019 comenzaron los primeros ataques dirigidos contra cristianos y sus iglesias. Desde entonces, la violencia yihadista se ha vuelto cada vez más frecuente contra sacerdotes, religiosos y fieles.

A pesar del peligro de muerte, muchos jóvenes siguen respondiendo a la llamada del Señor, y el número de vocaciones continúa creciendo. Un ejemplo es el padre Christian Tankoano, de la diócesis de Fada N’Gourma, ordenado hace apenas dos años.

“El día de mi ordenación, la alegría se mezcló con el dolor, porque mis padres no pudieron asistir a la celebración: los terroristas habían bloqueado las carreteras. Lo acepté desde la fe, pero, como ser humano, lo viví con una punzada en el corazón. Hasta el Gloria tenía lágrimas en los ojos”, recuerda.

Sin embargo, hoy afirma con esperanza:
“Para mí es un gran regalo de Dios que, con mis fortalezas y debilidades, mis cualidades y defectos, pueda servir a Su pueblo”.

Actualmente, nueve jóvenes de la diócesis de Fada N’Gourma se preparan para ser sacerdotes. Han dejado todo atrás para seguir la llamada de Dios, y se les necesita con urgencia: los fieles, heridos en el alma, requieren el poder sanador de los sacramentos y la fuerza de la Buena Nueva. Necesitan pastores que los acompañen en su vía crucis y les devuelvan la esperanza en la resurrección.

El obispo Pierre Claver Malgo lo confirma:
“El creciente número de jóvenes que ingresan en el seminario mayor me llena de confianza y esperanza”.

No obstante, la formación de los futuros sacerdotes representa un gran desafío. Las familias, profundamente empobrecidas, no pueden aportar nada más que sus oraciones. Algunas todavía resisten en las llamadas “zonas rojas”, donde la violencia es más intensa y a las que los seminaristas ni siquiera pueden viajar para visitar a sus padres. Otros provienen de familias expulsadas de sus tierras, que sobreviven día a día gracias a la providencia de Dios y al apoyo de personas de buen corazón.

El obispo recuerda:
“Una vocación es siempre una gracia de Dios y obra de la Iglesia en su conjunto”.

Por eso, desde cualquier lugar del mundo, podemos apoyar a estos jóvenes con nuestras oraciones y ayuda material para que sus vocaciones sigan creciendo y den fruto.

El padre Christian, a quien ya habéis ayudado, celebra hoy la Santa Misa por ustedes. Y, si Dios lo permite, dentro de algunos años también lo harán Pascal, Ulrich, Geoffroy, Loucien, François, Thierry, Irinée, Vincent y Leopoldo, que ya rezan por ustedes y agradecen profundamente su apoyo.

Ahora necesitan 6.830 euros para continuar un año más su camino vocacional.
¿Podrán contar con su ayuda?

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