Actualmente, 20 jóvenes se están formando en el seminario mayor de Cochabamba. Proceden de distintas regiones del país, pero están unidos por el deseo común de servir a Dios y a sus hermanos algún día como sacerdotes. Representan una gran esperanza para la Iglesia en Bolivia, ya que el país necesita urgentemente más sacerdotes para atender al creciente número de fieles católicos.
Vocaciones con historias muy distintas
Los seminaristas provienen de contextos muy diversos. Algunos ya habían ejercido una profesión y la dejaron para seguir su vocación. Otros, como Juan Gabriel, han tenido que trabajar duro desde su infancia.
“Crecí en un hogar muy sencillo. Mi padre es agricultor y mi madre ama de casa, y tengo cinco hermanos y hermanas a quienes quiero mucho”, nos cuenta.
“Nuestra familia vive en un pequeño pueblo llamado Chaguaya, donde honramos a la Virgen María como patrona y protectora del pueblo. En mi familia aprendí a valorar las cosas sencillas”.
Durante su niñez, Juan Gabriel no tuvo las mismas oportunidades que otros niños, ya que desde muy pequeño ayudaba a su padre en el trabajo del campo.
“A veces ni siquiera teníamos tiempo para comer, porque había mucho por hacer. Pero estoy muy agradecido con mi padre, de quien aprendí muchas cosas que hoy me sirven”.
A los 14 años comenzó a asistir a la escuela, situada a una hora de camino a pie. En el centro de Chaguaya, su familia tenía un pequeño puesto donde preparaban comida tradicional y la vendían a los peregrinos que visitaban a la Virgen, especialmente los fines de semana.
“Yo ayudaba a mi familia lavando los platos y haciendo otros pequeños trabajos”.
El llamado al sacerdocio
A pesar de las dificultades, Juan Gabriel siempre obtuvo muy buenas calificaciones en la escuela. Sus padres habrían sido muy felices si se hubiera casado con una joven del pueblo, y de hecho entabló una amistad con una muchacha de la localidad. Gracias a esa relación, se unió al grupo juvenil del santuario mariano y comenzó a involucrarse cada vez más en la vida de la Iglesia.
Tras un encuentro con dos seminaristas, todo cambió.
“Finalmente, comencé a sentir el llamado al sacerdocio”.
Al principio, sus padres se sintieron muy afectados por esta decisión, pero Juan Gabriel no se dejó desanimar y hoy avanza con firmeza en su camino hacia el sacerdocio.
“Agradezco a Dios por todas las personas buenas y los amigos que puso en mi camino y que me acercaron a Él, y agradezco a la Virgen de Chaguaya por estar siempre a mi lado”.
“La vocación llega cuando menos lo esperas”
Otro seminarista, Christian, resume lo que tienen en común él y sus compañeros:
“La vocación llega cuando uno menos lo espera. Muchas veces no sabemos a dónde vamos, pero Jesús nos muestra el camino”.
“En el seminario he aprendido a estar dispuesto a lo inesperado, a confiar en Dios y a dejarme sorprender por Él”.
Christian dirige un mensaje a los jóvenes que se preguntan qué hacer con su vida:
“Dios siempre nos sorprende, y si le permitimos actuar, puede cambiarlo todo. El seminario no es el final, sino solo el comienzo de un camino con Jesús, que da sentido y alegría a nuestras vidas”.
Una ayuda necesaria
Para que estos 20 jóvenes puedan continuar su formación, el seminario necesita apoyo. Han solicitado una contribución de 9.200 euros.
¿Nos ayudarás a regalar nuevos sacerdotes a la Iglesia en Bolivia?
