El padre Joseph Igweagu, de la archidiócesis de Onitsha, desapareció después de celebrar un funeral

ACN.- Otro sacerdote nigeriano ha sido secuestrado en Nigeria. Se trata del padre Joseph Igweagu, párroco de la parroquia de San José de Abata Nsugbe, archidiócesis de Onitsha, al sur de Nigeria. «El sacerdote fue secuestrado cuando regresaba a su casa después de celebrar una misa funeral en Umunnachi, el miércoles 12 de octubre”, así lo ha comunicado el arzobispado de Onitsha a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

En el comunicado se piden oraciones «por su liberación incondicional de manos de sus secuestradores». La archidiócesis de Onitsha asegura que están haciendo todo lo posible para asegurar su libertad. Al mismo tiempo, «apelamos a nuestra Madre María, que desata todos los nudos, para que interceda por él para que pronto sea liberado ileso”, concluye el comunicado recibido en la Agencia Fides.

La archidiócesis de Onitsha pertenece al estado de Anambra, en una de las zonas afectadas por el fenómeno del secuestro con fines de extorsión, un delito actualmente endémico en varias zonas de Nigeria. En lo que va de año ya han sido secuestrados una veintena de sacerdotes y otros miembros de la Iglesia católica, e incluso algunos de ellos han sido encontrados sin vida. A estos casos se suman el caso de una joven cristiana protestante lapidada por sus compañeros de universidad, por supuestas blasfemias, o el ataque contra una iglesia católica en la fiesta de Pentecostés, con medio centenar de víctimas mortales.

Recientemente, Mons. Wilfred Anagbe, obispo de Makurdi, ha denunciado ante el Parlamento Europeo que lo que está pasando en Nigeria “es nada menos que una yihad revestida de muchos nombres: terrorismo, secuestros, pastores asesinos, bandolerismo, milicias, etc.  Aunque el mundo exterior conoce el alcance de los asesinatos y del desplazamiento en curso de las comunidades cristianas en Nigeria, existe lo que yo llamo una conspiración de silencio. Sin embargo, lo que está pasando ahora va más allá de la conspiración, es más bien apoyo abierto, ayuda y complicidad  con los perpetradores, dado que nunca hay consecuencias para los culpables”.

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