Situación de los cristianos en Siria

“El pueblo sirio vive sin dignidad ni confianza”, afirma arzobispo

A pesar de la gravísima situación de los cristianos en Siria , marcada por la pobreza extrema, la inseguridad y el temor al futuro, el arzobispo Jacques Mourad cree que el posible levantamiento de las sanciones internacionales podría abrir una puerta a la esperanza.

La situación actual en Siria está marcada por una pobreza extrema y una gran incertidumbre, afirma el arzobispo siro-católico de Homs. Muchas familias cristianas siguen intentando abandonar el país.

Según el arzobispo Mourad, la reciente sustitución del régimen de El Asad por otro con raíces fundamentalistas musulmanas ha generado recelo entre los distintos grupos étnicos y religiosos.

“El pueblo sirio vive sin dignidad ni confianza: ni en el prójimo, ni en el gobierno, ni en la comunidad internacional. Eso representa una carga muy pesada para nuestra gente”, expresó el arzobispo durante una rueda de prensa en línea organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada Perú (ACN), el martes 3 de junio.

En su intervención desde Siria, el prelado explicó que, aunque el gobierno ha tenido gestos conciliadores hacia la comunidad cristiana y otras minorías religiosas, la presencia de militantes salafistas barbudos y fuertemente armados en las calles inquieta a muchos.

“Para el pueblo sirio esto es algo extraño, ajeno a nuestras tradiciones. Nunca antes nos habíamos enfrentado a una variante tan rígida del islam, lo que genera un ambiente de malestar social”, añadió.

Incluso muchos suníes —el grupo religioso mayoritario en Siria— desconfían de estos militantes. “En la historia de Siria nunca ha habido una sola religión; siempre ha existido diversidad. Este país es un punto de encuentro de civilizaciones y credos. Nuestros vecinos suníes nos dicen que no están de acuerdo con el nuevo régimen, y así lo comentan con otros. Pero reina el miedo, porque para los salafistas, los suníes que no coinciden con su visión son blasfemos, y la blasfemia, para ellos, se castiga con la muerte”.

Aunque el ambiente es tenso, el arzobispo afirma que actualmente no puede hablarse de una persecución directa contra los cristianos. Más bien, aclara, hay una gran sensación de inseguridad debido a que la aplicación de las normas fundamentalistas varía de una región a otra.

“El país está sumido en el caos porque no hay reglas claras ni normas generales. Por ejemplo, en verano solíamos llevar a nuestros jóvenes a campamentos cerca de la costa, pero este año no lo haremos por temor a la reacción de las nuevas autoridades, ya que para ellos la mezcla de sexos no es aceptable, mientras que para nosotros sí lo es. Por otro lado, en mayo pudimos celebrar nuestras tradicionales procesiones en honor a la Virgen María sin inconvenientes”.

Éxodo y esperanza

Ante esta situación, muchos cristianos siguen intentando emigrar. Antes eran sobre todo los jóvenes quienes buscaban huir del país para evitar el servicio militar; ahora, son las familias quienes desean que sus hijos no crezcan en un entorno controlado por milicias salafistas. No obstante, el arzobispo Mourad también vislumbra cierta esperanza: se está discutiendo el posible levantamiento de las sanciones que por más de una década han paralizado la economía siria.

“Las sanciones han tenido un efecto devastador sobre la población. Tras el cambio de régimen, la mayoría perdió su empleo y hoy no tiene cómo sobrevivir. Todos los días viene gente a pedirme ayuda para comprar pan: así de grave es la situación. La mayoría no puede pagar la calefacción porque se ha vuelto demasiado costosa”.

“Si avanza la decisión de levantar las sanciones, surgirán empleos, se abrirán oportunidades y se podrán mejorar las condiciones de vida. Esperamos que la gente vuelva a recibir sus salarios”, afirmó el arzobispo, quien cree que mejores oportunidades económicas reducirán el hambre de violencia y venganza, allanando el camino hacia un futuro más prometedor.

Mientras tanto, dice, la Iglesia sigue siendo una de las pocas fuentes de esperanza para muchos cristianos y otros sirios que se benefician de su apoyo.

“En nombre de todos los sirios, especialmente de los cristianos, deseo expresar nuestra inmensa gratitud a ACN y sus benefactores por ayudarnos a ayudar a los sirios a sobrevivir en estos tiempos de hambre, sed y carencias”.

Ahora, afirma, ha llegado el momento de mirar hacia adelante, y esa visión incluye a una Iglesia comprometida en la reconstrucción del país.

“Sentimos la responsabilidad de construir un futuro para nuestra nación. Queremos participar e involucrarnos activamente”.

En cuanto a las necesidades específicas de los cristianos, el arzobispo subraya la importancia de construir viviendas, hospitales y escuelas.

“La Iglesia debe implicarse en esto. La mejor manera es organizando y apoyando grandes proyectos que ofrezcan empleo, ánimo y estabilidad a los cristianos. Debemos ayudar a los jóvenes que quieren casarse, apoyar a las familias, colaborar con hospitales y escuelas para nuestras comunidades, y animar a quienes emigraron a regresar. Si encuentran oportunidades laborales, podrían desear volver”.

El optimismo del arzobispo frente a estos grandes desafíos proviene, según explica, de su propia historia. En 2015, cuando aún era monje, fue secuestrado y mantenido cautivo durante varios meses por el Estado Islámico, antes de recuperar su libertad.

“Gracias a esa experiencia descubrí una libertad interior que me permite no temer al futuro. Nada puede aprisionarme ni ponerme en situación de vulnerabilidad. Sé que mi vida está en manos de Dios, y tengo la certeza de que Él me guía. Aquel que obró el milagro de mi liberación sigue a mi lado. Esto es válido para mí, para los cristianos y para la Iglesia en Siria”.

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