Desde hace varios años, Venezuela atraviesa una crisis sin precedentes. Actualmente, alrededor del 80 % de la población vive en situación de pobreza. Los más desfavorecidos —aquellos que no cuentan con familiares en el extranjero que puedan enviarles dinero ocasionalmente—, en ocasiones, luchan incluso por conseguir alimentos.
Una misión de ayuda y esperanza en la diócesis de Carora
En la diócesis de Carora, las hermanas de la Asociación Misionera de Jesús y María llevan ayuda y esperanza a los más pobres. Han dado un nuevo hogar a 30 niñas huérfanas o abandonadas por sus padres, muchas de las cuales ya han sufrido violencia doméstica.
Además, las religiosas gestionan un preescolar donde 80 niños no solo reciben formación y educación en un espíritu cristiano, sino que también se les proporciona alimento. Según relatan las hermanas, muchos de estos niños regresan a la escuela los lunes profundamente afectados por el hambre, ya que sus familias, a menudo, no pueden cubrir ni siquiera las necesidades más básicas. Sin embargo, durante la semana al menos, los niños pueden comer todo lo que necesitan.
Atención a los más vulnerables
Las hermanas también atienden a enfermos y ancianos, personas sin hogar y familias en extrema pobreza. El obispo Carlos Enrique Curiel Herrera ha expresado su profundo agradecimiento por este valioso servicio:
“Las hermanas llevan más de 50 años aquí. Hacen tanto bien, sin pedir nada a cambio, y se ocupan de todos los necesitados”.
Un desafío logístico en medio de la crisis
Para poder ayudar materialmente a la población —con alimentos, ropa y medicamentos—, las hermanas deben desplazarse hasta la frontera con Colombia, a unos 460 kilómetros (290 millas) de distancia, donde todavía es posible adquirir estos productos. Dada la desastrosa situación económica de Venezuela, resulta prácticamente imposible encontrar estos bienes en el país, al menos en cantidades suficientes.
Además, las religiosas recorren aldeas remotas y distantes de su región, llevando consuelo, acompañamiento y el amor de Cristo. En muchas ocasiones, esto implica transportar a personas enfermas en su vehículo. Sin embargo, el automóvil antiguo y deteriorado que utilizaban comenzó a presentar fallas constantes, dificultando seriamente su labor.
Un vehículo al servicio de la misión
Ante esta situación, las hermanas solicitaron ayuda y, gracias a la generosidad de los benefactores, fue posible aportar los 30.500 euros necesarios para adquirir un vehículo todoterreno robusto, adecuado para su trabajo pastoral y humanitario.
Un agradecimiento lleno de fe
La hermana Yamile escribió para expresar su gratitud en nombre de la comunidad:
“De todo corazón queremos agradecerles por su apoyo rápido y generoso. ¡Que Dios siga bendiciendo a todos aquellos que desean hacer posible esta maravillosa obra de misericordia!
Nuestro carisma especial es ‘imitar la vida activa de Jesús en la tierra a través de obras de misericordia’, y gracias a su ayuda podemos cumplir verdaderamente las palabras del Señor en nuestras vidas. Gracias por ayudar a las misioneras de Jesús y María y por apoyar nuestra labor de evangelización, para que el Reino de Dios pueda extenderse por todo el mundo.
Que el Señor y la Santísima Virgen bendigan abundantemente a todo el personal y a los benefactores de ACN, para que juntos podamos, al menos, aliviar el sufrimiento del pueblo venezolano”.